Con motivo de la implementación en la escuelas públicas de una nueva asignatura sobre educación sexual que busca educar a los alumnos en estos temas, dejando por un lado a los padres como primeros educadores, los catedráticos de teoría política de la Universidad de Princeton, Robert P. George y Melissa Moschella, publicaron un artículo en el diario estadounidense, The New York Times, en el cuál reflexionan por qué dicha materia vulnera los derechos de los padres.
Los expertos en teoría política dejan claro la legitima preocupación del Estado respecto a al salud pública de sus ciudadanos, pero ¿hasta qué punto puede tomar partido por una visión controvertida de la sexualidad? Porque “el efecto de tales lecciones tiene más que ver con promover cierta ideología sexual entre los jóvenes que con proteger su salud”.
“¿Debería el gobierno forzar a los padres –al menos, a aquellos que no pueden pagar un colegio privado– a enviar a sus hijos a clases que pueden contradecir sus convicciones morales y religiosas en cuestiones que afectan a su intimidad y su conducta personal?”. A ello los profesores responde que “tanto los progresistas como los conservadores deberían responder que no. Semejantes medidas vulneran los derechos de los padres. Y eso tanto si eres musulmán, judío, cristiano, hindú, budista, o si careces por completo de religión”.
Continúan reflexionando acerca de la relación que une a padres e hijos, afirmando que tal relación “crea unos deberes, que los derechos paternos sirven y protegen”. Precisamente porque los hijos llegan al mundo en un estado de necesidad absoluta, los padres tienen la obligación de ayudarles a alcanzar la madurez; lo que supone atender a sus necesidades físicas y emocionales, pero también a su desarrollo intelectual y moral.
Tanto la moral como la religión son temas delicados, y es responsabilidad de los padres formar a sus hijos en estas materias; y, aunque algunas veces pidan ayuda, esa decisión debe ser tomada por ellos y no impuesta.
George y Moschella admiten que “el Estado tiene un interés legítimo en reducir los embarazos adolescentes y la expansión de las enfermedades de transmisión sexual”. Pero eso no convierte en incorrecto ni en irracional el empeño de los padres por preservar la conciencia de sus hijos preadolescentes ni por “limitar el control del Estado sobre lo que sus hijos aprenden y piensan en materias morales delicadas. Al revés: eso es exactamente lo que se espera de unos padres que quieren cumplir de lleno con sus deberes y ejercer sus legítimos derechos”.
Los expertos conlcuyen que: “Transformar una clase en una lección obligatoria de catecismo al servicio de una ideología polémica es una grave vulneración de los derechos de los padres. Los ciudadanos de cualquier tendencia ideológica deberían plantarse y oponerse a esto”.
En FADEP, estamos convencidos que es derecho de los padres decidir la educación de sus hijos. El Estado en este aspecto debe ser cooperador, cuando asi lo requieran los padres. En todo caso, el Estado debe promover valores y principios, únicos mecanismos que realemente funcionan para evitar embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y otros problemas derivados de vivir la sexualidad sin una plena y verdadera responsabilidad.
Traducción: Aceprensa